lunes, 6 de agosto de 2012

Plumas



  Cuando terminé la carrera de Magisterio , con 21 años, no quise dejar de desarrollar una de mis facetas: la de dibujante. En aquella época se llevaba el Diseño. Cuando conocías a alguien nuevo, en broma, le preguntabas:" ¿Diseñas o trabajas?".

  Yo me diplomé en una escuela de Diseño de Moda en Madrid y cursé estudios durante tres años. Disfruté muchísimo, aprendí a dibujar de verdad y diseñé colecciones, una de las cuales realicé en tela con zapatos, pendientes y sombreros incluidos, todo muy artesanal y muy creativo, pues incluso teñí yo misma las telas. Me gustaba mucho dibujar, así que tengo guardados muchos trabajos de aquella época.

  Hoy os presento la colección "Plumas". El ejercicio consistía en imaginar una pluma y plasmar sobre papel color en movimiento.





Cuento para niños de 2 a 8 años: El lobo que dejó de ser feroz



  Hace unos años, cuando mis hijos eran pequeños, inventé un cuento para que mi hija comiese más fruta y verdura. En ese momento estaba en Educación Infantil, tendría cuatro años, y tuve la oportunidad de contar el cuento en su clase además de en cuatro cursos más de su colegio. Mientras se lo contaba, iba dibujando en un gran papel que cubría buena parte de la pizarra al pobre lobo desesperado , y les daba tanta pena verle llorar, que cuando acababa el cuento me pedían que le borrara las lágrimas y le pintara una sonrisa, porque ya comía fruta y verdura y era un lobo feliz. Con los años, curiosamente, he visto en el mercado cuentos muy semejantes a éste, que sin embargo no está publicado. Las buenas ideas surgen en las mentes  de forma que parece que estemos todos conectados. Qué interesante. Espero que os guste tanto este cuento como a aquel grupo de niños que son hoy unos adolescentes y que comáis en vuestra dieta diaria fruta, cereales y verdura para estar sanos y felices.






EL LOBO QUE DEJÓ DE SER FEROZ

Hola, amiguitos. ¿ Sabéis quién es este personaje que está sentado encima de esa piedra?  ¿Es una rana? ¿Una serpiente? ¿ Una gallina? Noooo. ¡ Es un lobo! ¿ A que le habíais conocido desde el principio?
 Es un lobo feroz, que siempre tiene ganas de comerse a  nuestros personajes favoritos de los cuentos. A veces se come a las niñas con sus abuelas incluidas. Pero, ¿qué veo, amiguitos? El lobo está llorando. Vamos a acercarnos más, a ver qué le pasa.
-         Ejem.., hola amigo lobo, ¿por qué lloras? ¿ Te duele la tripa? ¿Te has perdido?
-         Lloro porque estoy muy triste. Nadie quiere ser mi amigo. Todos salen corriendo nada más verme, y siempre estoy hambriento.
-         Claro, si no te los quisieras comer a todos... ¿Has probado alguna vez a hacer amigos sin la intención de comértelos después?


-           Si es que siempre tengo hambre.No sé qué hacer. A ver si tú puedes ayudarme. Te voy a contar mi historia:
Un día  vinieron al bosque tres cerditos buscando materiales para hacer sus casas y observé durante varios días cómo las iban construyendo. Como tenía hambre, y estaban tan mal hechas, les convencí a fuerza de soplidos para que salieran a la calle, pero terminaron refugiándose en la casa del hermano mayor, que era de ladrillos, y no me quedó más remedio que entrar por la chimenea. Desde entonces mi cola tiene otro color, pues se chamuscó entera, y encima me quedé con hambre otra vez.
Otro día salí del bosque, y vi un grupo de siete cabritillos con su mamá. Les seguí hasta su casa, y cuando su madre se fue a hacer la compra, intenté entrar, pero tenía que enseñar la pata por debajo de la puerta. No te imaginas el miedo que tuve al hacerlo, pues ya había sufrido daños en la cola. Tuve que llenarla de harina y comer huevos para aclararme la voz, hasta que les convencí para que abrieran. Entonces me di un gran banquete, aunque sólo conté seis cabritillos... Y cuando me fui a hacer la digestión, acostado debajo de un árbol, vino el séptimo cabritillo con su madre y sacaron a todos sus hermanos otra vez. Todavía no me había dado tiempo a hacer la digestión y tenía el estómago vacío de nuevo. En algunos cuentos dicen que me lo llenaron de piedras, pero no es verdad, porque salí huyendo de allí tan deprisa como pude.


Ya en el bosque, intenté tranquilizarme, pero entonces escuché la voz de una niña que iba cantando una canción, muy contenta. Iba a casa de su abuelita a llevarle un queso, un pastel, y una jarrita de miel. Me asomé entre unos arbustos, y me acerqué a hablar con ella. Enseguida me enteré de dónde estaba la casa de su abuela, así que me adelanté a ella para darme un doble banquete.


¡Qué vergüenza! Allí tuve que disfrazarme de anciana y simular que tenía la voz cascada por la edad, pero no tuve tiempo de probar un solo bocado. Había escondido a la abuela en el armario, para el postre, pues su nieta era más tierna, pero sus gritos alertaron a un leñador que corrió detrás de mí con un hacha tan grande que casi no tuve tiempo de volver a entrar en el bosque y esconderme durante algunas semanas. Como ves, siempre estoy huyendo, y siempre  tengo hambre.


-         Es que se te ocurre cada cosa... Mira que querer comerte a Caperucita, a su abuelita, a los tres cerditos y a los pobres cabritillos... ¿Has probado a comer otro tipo de alimentos que no sean carne?
-         ¡Puag! ¿ Y si como zanahorias y me convierto en un conejo? ¿ O como cereales y me convierto en una gallina? No podría resistir el convertirme en una oveja después de haber comido hierba.
-         Lobo, lobete, no seas ignorante, nadie se convierte en otro animal por comer frutas, verduras o cereales. A lo mejor descubres que tu estómago está menos pesado cuando tomas esos alimentos, y así no tienes que comerte a nuestros amigos.


-         Sólo recuerdo un día que comí hasta saciarme, y tuve una enorme indigestión. Había un pastor llamado Pedro que cuidaba a sus ovejas y había cansado a sus vecinos de tanto decir que yo llegaba, así que el día en que asomé por allí el hocico, aunque el pastor gritaba a todo pulmón, nadie acudió a ayudarle, dándome a mí tiempo a  comerme varias de sus jugosas ovejas. Lo peor fueron las dos o tres noches siguientes, que no dejó de dolerme la tripa ni un instante.


-         Eso te ocurrió por glotón. Oye, lobete, ¿no oyes una música a lo lejos?
-         A ver, a ver... Sí, pero no entiendo la letra de la canción.
-         Ven, vamos a acercarnos a esos árboles. El sonido viene de allí... ¿Ves esa casita? Parece que estén celebrando una fiesta. Ahora sí se oye bien: “Hola mi amor, yo soy tu lobo, quiero tenerte cerca para verte mejor. Hola mi amor, soy yo tu lobo, quiero bailar contigo un lindo Rock and Roll...”


-         Qué bien lo están pasando. Es una fiesta, con muchos amigos... Cómo me gustaría estar ahí con ellos.
-         ¿Ves a Caperucita, los tres cerditos, los cabritillos y todos los animales de la granja? También hay pájaros, ardillas y ciervos. Creo que es un buen momento para que te acerques y te disculpes por haber sido tan feroz.
-         Me da vergüenza, y no sé bailar.
-         Mira, además están comiendo naranjas, fresas, coles, zanahorias, pasteles de fruta  y pudin de cereales. Si quieres, yo te acompaño y te enseño a bailar.


  Y así fue cómo el lobo dejó de ser tan feroz y aprendió a tener amigos. ¡Ah!, y  a bailar Rock and Roll, que no dejó de practicar en todas las fiestas a las que acudió desde entonces.

FIN



                                                               Elena Martín 

miércoles, 11 de julio de 2012

Poesía para adultos

CUANDO MI NIÑA DUERME

Cuando mi niña duerme, 
no está dormida,
sueña  con ser capitán 
viajar en barco, 
y llegar a  una isla
donde todos sus habitantes
 son niños, tiernos infantes.
Algunos están perdidos,
pues no encuentran a sus padres.
Otros viven felices,
ajenos, sin preocuparse.
Los más, llevan su vida
con profundos altibajos.
Su alegría o pena depende
de lo que ocurra en la isla,
pues no hay comida abundante
ni refugio, ni  esperanza.
También los hay que enferman
de dolor, pena y llanto.
Es que son sólo niños,
 pero ellos aún no lo saben,
no hay ningún adulto 
con quién compararse.
Hace tanto, tanto tiempo
 que olvidaron lo que son,
que viven sin vivir en ellos, 
subsisten sin captar el momento,
que se escapa entre sus dedos
como la arena y el viento.
Mi niña no está dormida,
y con su barco mercante
se dedica a repartir sueños,
pero sueños especiales
que se hacen realidad.
Reparte amistad, dulzura, paz,
reparte carcajadas,
 comprensión, sonrisas,
abre los corazones
de todos los niños,
de todas las niñas,
que con el paso del tiempo
 se habían cerrado,
como el cofre de un pirata,
avaricioso de sus tesoros.
Y todos entienden entonces,
que sus tristes corazones
 no pueden seguir cerrados.
Son su mayor tesoro,
el origen de su alegría.
Y empiezan a descubrir que nunca,
 nunca han dejado de ser 
 unos tiernos pequeñuelos
y que su vida tiene sentido 
sólo si la viven así,
intensa y profundamente.
"¡Adiós, pirata bandido!
¡No te queremos más!"
dicen los niños a coro.
Y quedan allí en la isla
mientras mi niña se va
a descubrir otras islas,
a descubrir otros mares.
Cuando mi niña duerme, no está dormida,
sólo ha ido a buscar
otros mundos, otros lugares.

 Elena Martín 

Citas

"Hay que empezar observando el cuerpo al caminar, al sentarse, al acostarse. Hay que empezar por lo más sólido, porque es más fácil; luego se puede continuar con experiencias más sutiles. Hay que empezar por observar los pensamientos, y cuando uno se ha hecho experto en la observación de los pensamientos, puede empezar a observar los sentimientos. Cuando sientes que ya puedes observar tus sentimientos, puedes empezar a observar tus estados de ánimo, que son, todavía más sutiles y más ambiguos que tus sentimientos."

Osho." Bienestar emociona"l. Ed. Debolsillo



"...amándose a sí mismo consigue uno hacer aflorar tal caudal de buenos sentimientos y de buena suerte que termina sintiéndose como si bailara en el aire. Amarse a sí mismo es lo que hace que uno se sienta bien"

Louise L. Hay. "Usted puede sanar su vida". Ed. Urano



"La gente que piensa lo mismo todos los días, cosas negativas en su mayoría, han caído en malos hábitos mentales. en vez de concentrarse en las cosas buenas y pensar en cómo hacer que todo sea mejor, son cautivos de sus respectivos  pasados. Unos se preocupan de fracasos sociales o problemas financieros. Otros se lamentan de sus infancias. Otros, en fin, se preocupan de asuntos más insignificantes: el modo en que un dependiente los ha tratado o el comentario malicioso de un compañero de trabajo. De ese modo permiten que las preocupaciones priven a su mente de su fuerza vital; están bloqueando el enorme potencial de la mente para aportar tdo lo que ellos quieran, emocional, física y espiritualmente. Estas personas no se dan cuenta de que administrar la mente es administrar la vida."

Robin S. Sharma." El monje que vendió su Ferrari". Ed. Plaza & Janés



"Cuando dudamos sinceramente de que somos los verdaderos jueces de nuestro propio comportamiento, somos impotentes para controlar nuestro destino sin la ayuda de toda clase de normas acerca de cómo "debemos" comportarnos todos"

Manuel J. Smith. "Cuando digo No, me siento culpable". Ed. Grijalbo


"Una persona con educación es la que ha aprendido a conseguir lo que quiere en la vida sin vulnerar los derechos de los demás. La educación no consiste tanto en el conocimiento como en saber aplicarlo de manera eficaz y persistente. A las personas no se les paga sólo por lo que saben, sino especialmente por lo que hacen con lo que saben."

Napoleon Hill. "Piense y hágase rico". Ediciones Obelisco.


"Ser amable no significa que no puedas hacerte respetar o que no actúes con determinación.La amabilidad transmite que somos buenas personas y respetamos a nuestro interlocutor. Una sonrisa amable puede expresar optimismo e incluso seguridad en el triunfo. en cambio, una sonrisa complaciente tiene efectos apaciguadores y, por lo tanto, carece de fuerza.
Si somos complacientes de ese modo sumiso, nos empequeñecemos y engrandecemos a nuestro interlocutor. Lo situamos en un plano superior y damos pie a que monopolice y domine el resto de la conversación."

Barbara Berckhan. "El arte de hacerse respetar". Ed. RBA  

Cuento:El color travieso


Esta es una muestra de mi cuento "El color travieso": 





























lunes, 11 de junio de 2012

Poesías para los más pequeños

  Mis hijos ya son mayores ( 16 y 18 años), y mis alumnos de los últimos años  son del Tercer ciclo de Primaria, así que mis últimas lecturas han sido de  libros para esas edades, pero en casa tenemos una buena biblioteca de libros desde que eran muy pequeños, porque desde que cumplieron un año teníamos la costumbre de regalar a mis hijos un libro en cualquier fecha que fuese importante para ellos. Comenzaron muy tarde a jugar con juegos electrónicos, y no me arrepiento de ello, porque aunque ahora sí los usan ( cuando los estudios se lo permiten) son los dos muy buenos lectores.
  En las librerías hay fantásticos libros para todas las edades, con sólo dibujos, con letras variadas, con cd incluido, con actividades para los peques de diferentes materiales, con texturas,... No dejéis de leer cuentos a vuestros hijos, y que se críen entre libros, para luego oírles decir eso de: "Pues el libro era mucho mejor que la película".
  Estas poesías las escribí hace unos años y me invitaron al colegio de mis hijos a contarlas en las clases de Educación Infantil. Recuerdo que les gustaron mucho. Espero que a vosotros también. 



MARIA PIZPIRETA

María Pizpireta
se hace siempre una coleta.
Lleva gafas, bolso, guantes
y una falda de volantes.
Usa botas con tacones
y bufanda con pompones.
Sale y entra de su casa,
y aunque parezca una guasa,
nunca olvida su bolsito
con cepillo y espejito,
por si aparece en la esquina
una de sus tres vecinas,
que la miran de arriba abajo
a ver si se le ve el refajo.
Pero María, muy coqueta,
se atusa la coleta,
y sigue caminando sin prisa
a ver a su amiga Elisa.
Y cuando llega a su casa
le pide un plato de pasas
para tener buena memoria
y que no se le olvide esta historia.



EL ELEFANTE PEPONE

 

El elefante Pepone

es amigo de los leones,

y en el zoo es muy famoso

por su amistad con el oso.
Cuando llegan las vacaciones
llama a sus amigos leones
y preparan una excursión
con el oso como anfitrión.
Desempolvan sus mochilas
y las ponen todas en fila.
Meten agua en el petate
y una barra de chocolate.
También llevan pastel de arroz
por si les entra un hambre atroz.
Y entre vasos y cucharas
no se olvidan los muy “caras”
de guardar una sombrilla
por si la siesta les pilla
en un lugar donde a la redonda
no haya una sola sombra.
Y Pepone y sus amigos,
que son todos ellos muy finos,
acaban el día en el campo
bailando juntos un mambo:
el oso con el león, el león con el elefante,
dos pasitos para atrás, y uno para delante.
Terminan todos tan cansados
que  cuando el día ha pasado
vuelven todos a sus camas
y se dicen: ¡Hasta mañana!,
durmiéndose sin molestar
porque en el zoo reina la paz. 


EL PEQUEÑO ELEFANTITO 


El elefante tunante

se pone un traje de ante
y sale por la mañana
para cantarle una nana
a su pequeño elefantito
que va en su cochecito
sin parar de llorar
porque no quiere dejar
de gatear por la casa,
coger un cubo por el asa,
tirar todo el agua al suelo,
y  ponerse como locuelo
cuando se enfadan sus papás
y le dicen que no lo haga más.
Así que mejor se van
pensando un sencillo plan:
cuando al parque hayan llegado
y el “peque” se haya callado,
el elefante tunante
se pondrá en una mano un guante,
y como una marioneta
inventará alguna treta
para que el pequeño elefantito
esté callado un ratito.
Y si el papá, al terminar,
no es capaz de hacerle callar,
a casa tendrán que irse,
e intentar no resistirse
a la pura realidad:
que para educar a un pequeño elefante
hace falta mucho arte,
y también paciencia y cariño
porque es lo más parecido a un niño,
y a todos los seres del mundo
cuando pasan por la infancia
hay que quererles mucho
y quitarles importancia.

                                      Elena Martín 
     

                                            María Pizpireta, siempre, siempre con coleta

¡Todos a leer! (de 10 a 16 años)

Hola, chic@s:

  Os recomiendo estos libros para vuestras vacaciones, muy bien merecidas, por cierto, porque seguro que habéis trabajado un montón. No se os olvide leer todos los días, pues es mucho tiempo sin ir al colegio, y ganamos mucho vocabulario y expresiones cultas cuando leemos. Tampoco se os olvide ayudar en casa y poner en orden la habitación ahora que tenéis tiempo y no vais con prisas a todas partes.
  Bueno, lectores y lectoras, estos son los libros que os recomiendo:

  • Luces del Norte, La daga y El catalejo lacado. Philip Pulman. Editorial Zetabolsillo. La película de La brújula dorada se basó en el primer libro de los tres. Muy entretenidos. Edad: 10-12 años.
  • El Mago. Michael Scott. Ed. Roca junior. Dos hermanos que descubren sus poderes y salvan la Tierra. Le continúan dos más, entre ellos La hechicera. Edad: 11-13 años.
  • Séptimus y el hechizo imposible. Angie Sage. Ed. Montena. Un hijo séptimo descubre sus poderes mágicos. Le continúan al menos dos libros más. Edad: 10-12 años.
  • Grimpow. El camino invisible. Rafael Ábalos. Un breve mensaje cifrado y una extraña piedra cambiarán su destino.Tiene una segunda parte. Edad: 13-16 años.
  • Corazón indio. Nieves Herrero. Ed. Espasa. Pasión y aventura con una acción trepidante . Edad: 14-16 años.
  • La clave secreta del Universo. Lucy y Stephen Hawking. Ed. Montena. Una maravillosa aventura por el Cosmos. Edad: 10-12 años.
  • El círculo de fuego. Marianne Curley. Ed. Salamandra. Dos amigos que descubren que tiene poderes mágicos  tienen que viajar al pasado para romper un hechizo. Además de vivir grandes aventuras, nacerá entre ellos algo más que una simple amistad. Edad: 12-14 años. 
  No os olvidéis de leer libros en Inglés adecuados a vuestra edad. Me gustan los que tienen un cd donde puedes escuchar la pronunciación y practicar leyendo a la vez. Hay muchas editoriales que los presentan así, sólo tenéis que ir a una librería y pedir que os muestren libros adecuados a vuestra edad, pues suelen tener grados de dificultad, y escoger el que más os apetezca leer. Los más pequeños, id con un adulto.
  Os recomiendo comprar ediciones de bolsillo o acudir a bibliotecas públicas, donde os dejan los libros un mes, y luego podéis renovarlos.
  Leed mucho, así tendréis un mejor vocabulario para expresaros mejor al hablar y al escribir, y aprenderéis ortografía de forma automática, utilizando la memoria visual.
  Un abrazo a todos, y ...¡a leer!

viernes, 8 de junio de 2012

Autoestima y asertividad



  Uno de los mejores regalos que podemos dar a nuestros hijos, si  no el mejor, es enseñarles las herramientas necesarias para que sean felices. Partiendo de que la felicidad proviene de nuestro interior, no del exterior, nos olvidaremos de comprarle la última maquinita de moda o el último capricho que a nuestros hijos se les ocurra, para mirar hacia su interior y reforzar lo que realmente les hace más felices.

  Los padres y madres nos tomamos muy en serio la educación de nuestros hijos. Les enseñamos a comer solos, a andar, a hacer sus necesidades en el sitio adecuado, y otras muchas cosas más. Pero nos falta enseñarles a manejar sus emociones positivamente.
El ser humano se sostiene a través de sus emociones. Como sostienen diversos autores, entre ellos Rhonda Byrne, autora de "El Secreto", uno de los libros más leídos en los últimos años, el cual recomiendo a niños y padres,nosotros tenemos el poder de cambiar cualquier cosa, pues nosotros elegimos nuestros pensamientos y sentimos nuestros sentimientos. 

  ¿Qué es primero, el pensamiento o el sentimiento? Diversas investigaciones demuestran que primero es el pensamiento. Nuestra mente crea unos sesenta mil pensamientos por día. Si esos pensamientos son predominantemente positivos, nuestras emociones o sentimientos así lo serán, y crearemos un tipo de vida feliz, a pesar de las situaciones externas. Si los pensamientos son negativos, las emociones negativas repetidas en el tiempo pueden incluso crearnos molestias físicas y enfermedades.

  Mi marido es médico, y hemos hablado muy a menudo sobre esta manera de entender la salud. Muchos médicos van asumiendo la relación entre la mente y la salud, el estado de ánimo y las enfermedades, y están abriendo sus mentes a nuevas formas de sanación.
Para Louise L. Hay, autora de "Usted puede sanar su vida" , libro que también recomiendo por la relación directa que establece entre algunas enfermedades y los pensamientos que las han creado,  mantiene que el punto principal sobre el que hay que trabajar siempre en cualquier ser humano es la facultad de amarse a sí mismo. "Amándose a sí mismo consigue uno hacer aflorar tal caudal de buenos sentimientos y de buena suerte que termina sintiéndose como si bailara en el aire. Amarse a sí mismo es lo que hace que uno se sienta bien" (pág. 97)

  La autoestima es la capacidad de amarse a uno mismo. Olga Castanyer, en su libro "La asertividad, expresión de una sana autoestima",nos enseña a ser asertivos, ni sumisos ni agresivos.

  Nadie nos ha enseñado a ser asertivos. Actuamos por imitación, copiando las reacciones de las personas adultas que nos rodean cuando somos muy pequeños. Entre los 0 y los 6 años aproximadamente somos esponjas que absorbemos todo lo que nos rodea, y como la base de nuestra personalidad son las emociones,captamos las de los adultos y las aplicamos a situaciones similares. Si una emoción propia es reprimida por un adulto que nos importa, se queda ahí, atascada, y el miedo nos impide utilizarla con fluidez, llegando incluso a casi olvidarla. Existen, por desgracia, muchos niños que apenas ríen porque molestan a los adultos, claro que también los hay que no lloran porque les parece mal a esos mismos adultos.

   Existen técnicas de reestructuración cognitiva para adultos con problemas de asertividad. Por supuesto, también pueden utilizarse para niños, pero con ellos es mejor contarles todo desde el principio, porque están a tiempo de hacer cambios que sean definitivos. Al adulto nos cuesta más porque las actitudes se han asentado con años de pensamientos enquistados que no sabemos por dónde nos entran ni cómo evitar que salgan.

  Las habilidades sociales son esenciales para relacionarnos con nuestros semejantes, y ni la agresividad ni la pasividad van a ayudarnos a que estas sean gratificantes. Técnicas para reducir la ansiedad que nos provocan nuestras emociones negativas, como la relajación o el control de la respiración, son esenciales en nuestra vida diaria. Si las conocemos desde la infancia , contamos con dos buenas herramientas para salir adelante en situaciones de posible estrés.

  Cuando intentemos educar a nuestros hijos para que sean asertivos, es importante que evitemos las proyecciones, pues tendemos a proyectar nuestros propios temores y experiencias negativas en nuestros hijos. "Es difícil, pero hay que intentar de todas las formas que el hijo o alumno no se vea predestinado a cumplir las expectativas que tiene sus padres respecto a él, a curar sus frustraciones o a cumplir sus esperanzas." (pág. 159)
También es recomendable no confundir un error puntual con una característica de su personalidad, así como asegurarse de que las expectativas que se tienen respecto al niño o niña son razonables y adecuadas a su nivel y edad. Un niño no es igual de asertivo a los 4 que a los 11 años. A cada edad le caracterizan unas pautas de conducta que favorecen  la siguiente etapa evolutiva. El problema es que a muchos niños se les exigen cosas para las que todavía no están preparados.

  Si observamos que nuestro hijo o alumno no es asertivo, es importante descubrir cuál es la causa de ello, qué le está afectando y en qué medida. Para ello, hay que dedicarles tiempo, mostrar verdadero interés en lo que nos cuentan, mostrar empatía poniéndonos en su lugar y no reaccionar de forma negativa ante su "problema" en forma de crítica.

  Un punto importante que debemos enseñar a los niños a nuestro cargo, son sus derechos asertivos, así irá incorporando a sus conocimientos la existencia de unos derechos que él tiene que respetar, pero que también tienen que respetar en él.

  Hay formas directas e indirectas de enseñar asertividad. Os recomiendo lecturas para que os hagáis con buenas herramientas. Con vuestro permiso, dejo para los niños mi enseñanza directa sobre autoestima y asertividad que podréis encontrar en la entrada 
 "¡Vamos a ser felices, chic@s!", en este mismo blog.  

Libros recomendados
  • La asertividad, expresión de una sana autoestima. Olga Castanyer. Editorial Serendipity
  • Cuando digo no me siento culpable. Manuel J. Smith. Editorial Grijalbo. Resume de forma muy clara cuáles son nuestros derechos asertivos. 
  • Bienestar, autoestima y felicidad. Raimon Gaja Jaumandreu. Editorial Debolsillo.
  • Los seis pilares de la autoestima. Nathaniel Branden. Editorial Paidós.
  • La práctica de la Inteligencia Emocional.Daniel Goleman. Editorial Kairós.
  • La inutilidad del sufrimiento. MªJesús Álava Reyes. Editorial La esfera de los libros.
  • El secreto. Rhonda Byrne. También en www.thesecret.tv
  • Usted puede sanar su vida. Louise L. Hay. Ediciones Urano.
  Suerte, lectores y lectoras, y trabajad la propia autoestima para ser un ejemplo vivo de asertividad y felicidad, así nuestros hijos e hijas, alumnos y alumnas, abrirán el camino hacia un futuro más justo y equitativo para todos, pues su propia felicidad no dará cabida a desequilibrios como los que actualmente vive nuestro planeta .     

jueves, 31 de mayo de 2012

No entiendo a l@s niñ@s

  Todos tenemos ocasión, a lo largo de nuestra jornada diaria, de entrar en contacto con niños o adolescentes, bien porque sean miembros de nuestra familia, nuestros propios hijos, nuestros vecinos o nuestros alumnos, y aún hay más posibilidades. Vivimos rodeados de ellos, pero generalmente nos suponen una presencia molesta, cuando menos incómoda. Pero tengo que deciros, queridos adultos, antiguos niños y adolescentes, que si alguien tiene alguna culpa de ello somos nosotros, los adultos, no ellos. Ellos son la única esperanza que nos queda de conseguir un futuro y un presente mejores, porque ellos aún no están contaminados con pensamientos capaces de empobrecer sus vidas y las nuestras. Si bien es cierto que algunos niños y adolescentes nos han sorprendido por su crueldad, bien conocida en los medios de comunicación, no es menos cierto que ahondando en el corto pasado de esos jóvenes se advierten grandes deficiencias de cariño y de límites por parte de los adultos de los que han estado a su cargo.

  La manera más segura de que un niño  se convierta en un adolescente y después en un adulto sano es educarle, tratarle, con una mezcla equilibrada de respeto y cariño profundo. Nos cuesta respetarles, y lo confundimos con malcriarles y darles todos sus caprichos. En general les tratamos como ciudadanos de segunda categoría, sin tantos derechos como los adultos, obligados a hacer lo que le ordena el adulto por su propio interés: cállate, siéntate, ahora no, duérmete,.. Podemos conseguir todos esos objetivos hablando con ellos, porque nos van a escuchar. Si notan en nuestra voz que les estamos escuchando y comprendiendo sus preocupaciones de ese momento, que le impiden realizar el acto que les ordenamos que hagan inmediatamente, van a reaccionar favorablemente a nuestras peticiones. Y para los bebés también hay tácticas, aunque parezca sorprendente .

  Cada edad tiene sus peculiaridades, y de 0 a 16 años van pasando por etapas muy definidas que no hay que ignorar que se han acelerado en el tiempo y lo que antes les ocurría a los 16 les ocurre ahora a los 14, por ejemplo. Pero no por ello dejan de ser niños y reaccionan como tales.

  Es deber de todo aquel que desea ser padre-madre, informarse de las etapas por las que va a pasar su hijo-a desde el momento de su nacimiento. Esto va a sentar las bases de la relación entre ambos y va a ayudar a que la familia sea armoniosa o que las relaciones se puedan convertir en una carga o un infierno. Hay mucha bibliografía al respecto, desde tratados extensos dedicados a pedagogos y maestros, a libros sencillos con pautas concretas de actuación para adultos. Incluso existen artículos de revistas profesionales o no, dedicados a este tema.

  Partiendo de eses conocimiento, entenderemos fácilmente qué pasa por las mente de los niños cuando tienen una edad y actúan de una manera. Y todos siguen unos patrones similares, no hay sorpresas, aparte claro está de las diferencias de carácter.Algo esencial es valorar a cada niño en su individualidad, evitando comparaciones con hermanos, primos, compañeros de colegio, etc Cada uno de ellos debe sentirse único y especial, así irá creando una sana autoestima, que es la base de todo ser humano adulto maduro y equilibrado.

  He visto muchos niños llegar a mis clases como profesora que eran "insoportables", dicho por todo el personal del colegio e incluso por los padres de forma más o menos solapada, y lo único que he constatado al cabo de unos meses es que a ese niño o niña en cuestión se le estaba tratando de manera injusta. Los profesores se veían incapaces de hacerle sentar, regañándole constantemente por su mala actitud. Los padres, desesperados, le daban todo lo que querían y le llevaban a varios médicos para  tratarle porque no sabían qué hacer con él o ella.  Cuando miro a los ojos de esos niños, empiezo a ponerles límites, se dan cuenta de que conmigo "eso" no vale y comienza una relación que en poco tiempo va a dar muy buenos frutos. Intento adaptarme a sus necesidades si el caso es grave, como alumnos con algún trastorno psicológico diagnosticado o con una grave situación familiar. Durante algún tiempo soy con ellos más flexible que con los demás alumnos de la clase, pero antes hablo con todos para que lo entiendan y para que empiecen a aceptar a su compañero-a, ya que normalmente son rechazados o temidos por el gran grupo.

  Cuando esos alumnos se dan cuenta de que se les escucha, se les comprende y se les valora, comienzan a mostrar su mejor cara. Sacan esa parte que tenían escondida y que se negaban a mostrar. Sus actitudes negativas empiezan a desaparecer, se adaptan al grupo y se convierten en buenos compañeros y estupendos alumnos. Se han sembrado así semillas para que un niño que podría haber sido un adulto problemático tenga ahora herramientas para ser un adulto equilibrado. Se le han mostrado sus buenas cualidades, se le ha ayudado a aumentar  su autoestima y se le ha considerado alguien valioso, alguien por quien vale la pena "perder el tiempo", escucharle y comprenderle. Alguno se estará preguntando : "¿Y eso cuánto dura? Porque si va a la universidad y tiene otros profesores o experiencias negativas, seguro que vuelve a las andadas" Puedo decir, por experiencia, que los resultados son duraderos con mis alumnos, y definitivos con mis hijos.

  ¿Cómo he logrado que sea definitivo con mis hijos? Continuando en mi familia aplicando a diario esa actitud. Además les he enseñado a mostrarse asertivos, ni agresivos ni pasivos, a practicar la relajación ante situaciones estresantes y a visualizarse a sí mismos como ellos quieren ser y actuar.

  Os doy alguna bibliografía que os puede resultar interesante. La he utlizado toda, pero antes, un último consejo, No os sintáis nunca culpables de poner límites a vuestros hijos. Decirles No es importante. Ellos miden vuestro cariño y atención por las veces que les decís no, no por las veces que les dejáis hacer lo que quieren. Desde los 0 años , insisto, desde que vienen al mundo, son conscientes de hasta dónde pueden llegar y con quién, y el respeto hacia el adulto nace de la cantidad de veces que se sienten valorados porque el adulto que les cuida ha sabido decir No cuando ellos no han tenido la capacidad de distinguir qué es lo mejor para ellos. No lo olvidemos, somos nosotros los adultos, y tenemos criterios para saber lo que es mejor para los niños. Con esa sólida preparación que nos da la lectura, no hace falta ser un erudito para seguir buenos consejos, estaremos aportando a la sociedad lo que ésta necesita, futuros adultos  psicológicamente sanos. Ahí van los libros:

  • Todo lo que necesitas saber para educar a tus hijos. Bernabé Tierno. Plaza & Janés
  • El arte de hacerse respetar. Barbara Berckhan. Rba Nueva Empresa
  • La felicidad de nuestros hijos. Dr. Wayne W. Dyer. Grijalbo
  • Duérmete niño. Dr. Eduard Estivill y Sylvia Béjar. Plaza & Janés
  • El primer año de vida del niño. René A. Spitz .Aguilar
  • Comprendiendo a tu hijo de 1 año. Deborah Steiner . Paidós. Esta colección, de la Clínica Tavistock, tiene libros hasta los 20 años, incluso uno dedicado a hijos discapacitados. Son de fácil lectura y de pocas páginas. El que os recomiendo tiene sólo 95 págs.
  • El niño y la relajación. Genevieve Manent. Mandala Ediciones
  • El niño de 1 a 4 años. Arnold Gesell. Paidós Educador. 
  • Papás blandiblup. Retrato de las dudas y debilidades de los padres de hoy. Mª Angeles López Romero. San Pablo. Todavía no lo he leído, pero un rápido vistazo me dice que es muy interesante.
  Hay mucha bibliografía que podéis encontrar si vais a la Casa del Libro, Fnac o sitios similares. Ahora que es la Feria del Libro, es una buena ocasión para ir con vuestros hijos e hijas y comprar libros para toda la familia. No hay mejor consejo que dar ejemplo.
  Suerte y ánimo para llevar a cabo una tarea que no podemos eludir como padres/ madres y que puede mejorar si los educadores aceptamos los nuevos retos que nos depara el presente. Y no olvidemos todos que un buen  síntoma de que lo estamos haciendo bien es cuando empezamos a aceptar que nosotros también podemos aprender cosas de ellos. No por ser más pequeños o tener menos edad saben menos que nosotros de la vida en muchas situaciones, porque miran con un cristal diferente hacia la misma realidad, pero esa realidad no deja de ser la misma interesante realidad que todos vivimos conjuntamente. 

jueves, 24 de mayo de 2012

Una profe de Primaria

  Hola chic@s, hola también a todos los padres y madres que entran en este blog para saber más sobre sus hijos. Soy una profesora de Primaria de Madrid que tiene el privilegio de conectar con sus alumnos, sus hijos y en general con todos los niños y niñas, chicos y chicas que tiene la suerte de conocer, de una forma casi inmediata. ¿Cuál es la razón? Quizá que una parte de mí tiene mucho de niña todavía, a pesar de ser una persona adulta desde hace muchos, muchos años. Esa faceta infantil a veces me trae problemas con los demás adultos, a los que no llego a entender (ni ellos a mí tampoco, creo). Me siento más cercana al mundo infantil y quizá por eso he desarrollado una suerte de empatía que me ayuda a entenderles y a respetarles de una forma muy especial.

  Debido al éxito personal en mis relaciones con la infancia, hace tiempo que empecé a plantearme la idea de compartir con otros adultos algunas claves de este proceso, además de agrandar el círculo de niñ@s y chic@s que pudiesen recibir los consejos que tanto me han funcionado.

  Bienvenidos todos a este punto de encuentro de ideas para mejorar el estado de la infancia en nuestro pequeño gran planeta. Desde aquí lanzaré pequeños cebos en forma de ideas, historias, recomendación de libros,... para que vosotros, niños y adultos, lo cojáis, y con vuestra propia caña de pescar vayáis a otros puertos a pescar nuevas ideas o ideas similares y las pongáis en práctica si os gustan o sentís que os transmiten una verdad que resuena con vosotros. 

  Considerando la libertad que tenemos tanto de expresarnos como de acceder a la información  que nos interesa, recomiendo a aquellas personas que no se sientan identificadas con lo que escribo, abandonen el blog y vayan a buscar otras fuentes para alimentar su conocimiento. Espero que entre estos se encuentren más adultos que niños, pues deseo conectar con éstos últimos al menos en alguna de las ideas que voy a expresar con mi escritura. Con eso me conformo. Con sembrar una pequeña semilla que algún día crezca y de coloridos y sabrosos frutos a un mundo que ha perdido la esperanza, envuelto en crisis y en luchas estériles. 

  El secreto, si lo hay, está en que sí hay esperanza. La esperanza está en vosotros, en los niños y niñas, chicos y chicas que estáis moldeando vuestro carácter, formando vuestra personalidad y escogiendo unas vivencias que van a crear vuestro futuro...y el nuestro.

  Atentos, adultos, porque "La esperanza son ellos".

Una parábola y un cuento.

  Hola chic@s, hola niñ@s. Voy a escribir una parábola para todos vosotros. Está dedicada a todos , da igual vuestra edad. Allá va:

PARÁBOLA DE LA BICICLETA

  Había una vez un@ niñ@ con la edad adecuada para montar en bici. Se la habían regalado sus abuelos. La tenía guardada en el garaje, y sólo estaba esperando a sentirse segur@  para empezar a utilizarla. Cada día la miraba de arriba a abajo, se fijaba en sus partes: las ruedas, el sillín, el manillar, la bocina, el pequeño faro,... pero no se atrevía a montarla. Todavía no.

   Hasta que llegó el día en que sintió que sus padres le miraban de manera diferente. Con sus palabras parecían decirle que le consideraban capaz de muchas cosas, ¡hasta de montar en bicicleta! , pensó para sí. Así que se fue al garaje, y le quitó el polvo que había acumulado. Pasó una pierna por encima del sillín e intentó sujetarse apoyando un pie en una caja de bebidas grande. Bien. Desde ahí arriba se veía todo ...diferente. Como si fuese dueñ@ de algo. De la bici, del garaje, o de su propia vida.

   Como era una persona sensata, salió del garaje y se fue a buscar a sus padres. Quería que le enseñasen a montar. Papá no podía, estaba cortando el césped. Mamá dejó de plantar su enredadera preferida y se dispuso a ayudarle.

  Después de varias clases, caídas, arañazos y enfados ( mamá tuvo que  alternarse con papá, porque ninguno tenía mucha paciencia) , ¡por fin había aprendido a montar en bicicleta!
Pedaleando, pedaleando, se recorría el barrio entero todas las tardes. ¡Qué sensación de libertad! ¡Qué divertido! Era el mejor invento del mundo. Más que el bocadillo de jamón con tomate, más que esconderse en el armario de la limpieza a comer galletas rellenas de chocolate, más que todos los aparatos electrónicos con los que jugaba a diario ( que le estaban poniendo el culo gordo),...más que, ¡jopé, cómo corría con ese trasto!

  Así pasaron muchos días. Hasta que uno de ellos, entró en el garaje y se preguntó qué veía  diferente en su bici ese día. Las ruedas estaban en su sitio. El sillín también, con ese rasguño que se hizo al caerse de lado contra el árbol del vecino. El faro, bien. "No sé", pensó. Pero no se le pasaba la inquietud.

   Estuvo todo el día preocupad@ con su bici. No sabía qué era, pero no tenía ganas de montar. Hasta que vió al hijo de la mejor amiga de mamá pasar. Eso era una bici. Tenía dos, dos retrovisores, y un faro espectacular, grandíiiisimo. Tenía que alumbrar por lo menos desde su casa  hasta la escuela , y estaba tan lejos que tenían que llevarle en coche. Y no era de un solo color. Tenía pintadas o pegadas palabras y dibujos muy chulos, por lo menos undostrescuatro...cinco dibujos. Su bici era una castaña en comparación con esa.

Así que decidió pasar a la acción, y durante muchos, muchos días se dedicó a buscar en su pequeña hucha, hacer pequeños favores a sus padres a cambio de dinero, sonreír mucho a los abuelos a ver si le daban "algo", y así recopilar el dinero necesario para hacer de su bici algo más decente.

Consiguió el dinero y fue con sus padres a una de esas tiendas donde parece que toda la ciudad es deportista y se pasa el tiempo haciendo algún deporte, sin comer, ni dormir ni trabajar, ni nada. Había de todo, así que después de arduas decisiones, se llevó a casa todo lo que le dio el presupuesto de sí.

En el garaje, con la ayuda de papá y mamá, que seguían alternándose porque seguían sin paciencia, colocó el nuevo faro. Grandioso. Los dos retrovisores, uno de ellos más grande, para controlar bien todo el lado izquierdo, por donde pueden adelantarte los coches. Un sillín nuevo, más grande, de color amarillo reflectante, por sí montaba de noche. Teniendo en cuenta que la bici era verde, quedaba espectacular.Y no te digo nada cuando puso las siete pegatinas. Parecía un grafitti con ruedas. 

  Deseando estrenar su "nueva "bici, al día siguiente se puso sobre ruedas. Qué orgullos@ se sentía montando por las calles del barrio. Si le viese su vecino..., el de los retrovisores raquíticos.

  Iba embelesad@ con los adornos, satisfech@ con el grosor mullido del sillín, con ganas de comerse el mundo a toda velocidad, pero no vió el perro color canela que le salía por la derecha ( qué pena no haber comprado también un avisador canino), así que chocó contra él y salió despedido por encima de su flamante bicicleta.

  Toda la tarde en el hospital. La bici quedó aplastada bajo las ruedas de la furgoneta que iba detrás y que frenó de golpe para no atropellar niñ@ y perro. Sus padres le miraban con ansiedad en los ojos.Esperaban que el golpe en la cabeza no fuese grave, porque se habían olvidado de comprar el casco, que por lo visto era lo más importante. Es que como en la época de los padres no se llevaba eso...

  Tras unos días de reposo y un buen parte médico, por fin se pudo ir a casa. Los restos de la bici estaban en el garaje, pero el dolor de cabeza le hizo reflexionar . ¿Era o no una persona inteligente? Entonces, ¿qué había estado haciendo?

  A partir de ese día  nuestr@ amig@ comenzó a ahorrar de nuevo para tener otra bicicleta. La anterior estaba inservible. Sólo pudo recuperar algunas pequeñas piezas. Decidió que se compraría una bici  con los elementos básicos que le siguieran ayudando a disfrutar de ella , pero sin más tonterías. Se compraría un casco, y sobre todo, pondría todos sus sentidos en observar todo aquello que pudiese entorpecer su circulación. Después de todo, lo más importante era ell@, quien dirigía la bicicleta y la hacía correr a velocidades vertiginosas por las calles de la ciudad. La bicicleta era sólo el instrumento de su alegría, y de ell@ dependía que anduviera o se estuviera quieta, así que con ese pensamiento en la cabeza, se dispuso a disfrutar de un nuevo día.




                                                                                              7 de Junio de 2012


CUENTO PARA NIÑOS Y GIGANTES

  ¿Alguna vez te has preguntado por qué no te gusta la verdura? ¿Por qué prefieres comer solamente pizza y hamburguesa, además de helados y chuches en lugar de zanahorias y lechuga?  Eso mismo se preguntaba Tina, la protagonista de este cuento, hasta que conoció a un amigo muy especial: nada menos que un gigante. ¿Quieres conocerlos a ambos, además de a su hermano Santi y su perrita Kay? Lee entonces esta historia y empieza a disfrutar de la fruta y la verdura, ¡ tu cuerpo te lo agradecerá!, y ¿quién sabe? A lo mejor tu también haces nuevos amigos de gran tamaño:







BORDO, EL GIGANTE

CAPITULO I

  Bordo era un gigante, pero no un gigante cualquiera. Tocaba la flauta, era buen cocinero, cuidaba las rosas de su jardín..., hacía innumerables   cosas,   pero, lo  que  más me  gustaba  de él  eran su
sonrisa  y su gran corazón.
  Me llamo Tina ( porque Cristina es muy largo) . Vivo en Madrid, en un barrio muy bonito rodeado de parques. Tengo  siete años, y soy muy feliz, porque conozco a un gigante ( un gigante de los de verdad) y es mi amigo.
         Cerca de mi ciudad hay montañas, bosques, valles y llanuras, lagos y ríos, paisajes que en invierno se llenan de nieve y en primavera lucen sus más vistosos colores.
         En uno de esos bosques conocí a Bordo.
 Los  fines de semana, mis padres, mi hermano Santi (Santiago también es largo) y yo vamos a casa de mis abuelos, al pie de las montañas.
 Son unas montañas muy curiosas, llenas de rocas redondeadas, picudas, aplastadas,... si las miras, empiezas a imaginar mil historias. A veces encuentras rocas que tienen forma de elefante, de gorro de enano, de animal agazapado, o de lo que te imagines en ese momento. Santi dice que ha visto un indio siguiendo nuestros pasos, escondido entre las rocas, en más de una ocasión.
        Cuando vamos a casa de mis abuelos, nos gusta salir por las tardes a pasear. Mamá se dedica a hacer la comida con la abuela, papá lava los coches con Santi, el abuelo arregla trastos rotos, y a mí no me queda más remedio que sacar los pinceles y pintar aburridos paisajes de colores, que todos dicen que me salen muy bonitos. Nadie me deja que les ayude, porque soy la pequeña de la casa.
        Un día dibujé un gigante. En el cole habíamos leído la historia de uno que se hacía amigo de un niño. Era un gigante egoísta, o algo así. Me gustó mucho, y lo dibujé en mi cuaderno. Le pinté con muchos colores y se lo enseñé, con orgullo, a mi madre.
-         Muy bonito, Tina. Es realmente bonito. ¡Cuánta imaginación tienes! Porque tú sabes, Tina, que los gigantes no existen, ¿verdad?.
-         Sí existen, ayer la señorita nos contó el cuento de un gigante egoísta...
-         Sí, pero eso sólo era un cuento.
-         En los cuentos también hay conejos, y árboles, y granjas, y niños..., y todos existen.
-         No todo lo que nos cuentan en los libros es real, a veces forma parte el mundo de la fantasía.
-         No sé, mamá. Me encantaría conocer a un gigante, y que fuese mi amigo.
Mamá me miró con una mezcla de amor y simpatía, y creo que con un poquito de lástima, me dijo:
-         Bueno, hija, a lo mejor tienes razón y los gigantes existen. Es posible que vivan en algún país lejano y por eso yo no haya visto nunca ninguno. O a lo mejor viven escondidos en el bosque para que nadie les moleste.
A lo mejor... _ dije yo con un hilo de voz, imaginando a un amigo gigante que me sonreía y me daba la mano con un fuerte apretón, guiñándome uno de sus grandes ojos.
  

CAPITULO II

Una de las tardes en que, estando en la casa de mis abuelos, los mayores decidían que era el momento de salir a pasear por el bosque, empezó esta aventura.
        Era primavera, el cielo estaba azul y el sol lucía con todos sus rayos, iluminando el lago que se ve desde la terraza de la casa. ¡Cuántos pájaros, cuántas flores, y cuántos insectos había alrededor nuestro!
        Nos montamos en el coche para acercarnos a la zona que más nos gusta, cerca del río, justo al pie de las montañas.
        Recogimos la bolsa de basura que nos dan a la entrada del bosque para que al volver la entreguemos llena, aunque no sé cómo la íbamos a llenar, si no llevábamos comida como otros excursionistas. Estuve a punto de decírselo a mi madre, que la cogía con una sonrisa de manos del  guardabosques, pero pensé que a lo mejor le gustaba coleccionarlas, pues luego las llevaba a  casa y las ponía todas juntitas en un cajón de la cocina. Yo la entendía, porque a mí me pasaba lo mismo con los botones. No sé cómo la gente puede perder tantos y que no se les caiga la ropa por el camino.
        Normalmente llegábamos con el coche hasta unos árboles, aparcábamos y empezábamos a andar, buscando un paisaje agradable donde pararnos a charlar un rato, buscar ardillas, recoger flores o tirar piedrecitas al río. Ese día mi padre decidió dirigirse hacia una zona nueva. Paró el coche y bajamos todos con mucha alegría. Kai, la perrita de mis abuelos, ladraba entre nuestras piernas, y saltaba tan alto que parecía que la habíamos adiestrado en un circo.
        Mi hermano Santi era el único que tenía cara de aburrido, pues no le habían dejado llevarse la pelota para jugar al fútbol y sin ella, su vida no tenía ningún sentido, o al menos eso decía él.
        Comenzamos nuestro paseo escogiendo un camino que se veía entre los árboles.

  

CAPITULO III

        El paisaje no podía ser mejor: pájaros cantores, hierba verde para sentarse, misteriosas pisadas de caballo por todas partes... Un entorno prometedor, que fue estropeado por un estornudo de Santi, que todas las primaveras tenía el mismo problema.
-         ¡Jesús! _ dijimos a una toda la familia (menos Kai).
-         De nada, de nada _ y vuelta a estornudar.
Entre risas y estornudos llegamos a un claro, donde los abuelos dijeron que necesitaban descansar un rato. Santi y papá empezaron a jugar a que eran piratas y habían escondido un tesoro por alguna parte. Mamá empezaba también a recoger flores para hacer un gran ramo, y yo me preguntaba qué habría detrás de unas grandes rocas con forma de seta que veía a lo lejos. Así que decidí ir a investigar; total, estaban todos entretenidos.
¡Qué barbaridad! ¿Quién movería estas rocas  para traerlas hasta aquí? ¿O serían setas de verdad que se habían petrificado con el paso del tiempo? Claro que, unas setas un poco grandes. Si me las pone mamá para cenar, tengo para dos meses y medio. Siempre me dice que como a la velocidad de las hormigas... ¡¡Crass!!
Oí un ruido justo detrás de mí, entre los árboles, pero no había nadie. Sí, sí había; era una ardilla de color castaño, con pelos de revoltosa, que nada más verme se subió a un árbol y empezó a mirarme con ojos de susto.
-         Ven, ardillita. Baja, que no te voy a hacer daño. Sólo quiero acariciarte.
Pero en vez de hacerme caso, que era lo más fácil, de un salto se fue al árbol de al lado. Dí unos pasos, me puse debajo de ella, y volví a insistir:
-         Baja, ardillita, mira, por aquí. Si es muy fácil.
Otro salto. Cada árbol que escogía nos íbamos adentrando más en el bosque. Yo no me daba cuenta, pero parecía que el resto de la familia tampoco.

Cuando la ardilla se cansó de mirarme, dio varios saltos seguidos y desapareció de mi vista. Entonces me dí cuenta de que estaba sola , y empecé a asustarme.
Pero estaba decidida a no llorar.
  

CAPITULO IV

Quería ser valiente, pero es que era muy difícil. Estaba sola en el bosque, rodeada de árboles y de piedras. ¿Por dónde había venido? Después de observar durante un rato alrededor mío, suspiré con alivio: ¡¡Uff!! Había encontrado el camino de vuelta.
Empecé a andar tan contenta. ¡Qué poco rato había estado perdida! ¡Qué suerte!
Sin embargo, me quedé sorprendida al llegar ante unas grandes rocas que no recordaba nada de nada. No tenían forma de seta, ni siquiera de champiñón. ¿Dónde estaba ahora?
Mientras, el resto de la familia se había dado cuenta de que llevaban mucho tiempo sin verme, y habían empezado a buscarme convencidos de que estaba cerca de allí. La primera en ponerse nerviosa fue Kai, que no paraba de ladrar.
Las grandes rocas formaban una extraña figura como de serpiente, una serpiente gigante, eso sí. Y la última de ellas acababa en una punta redondeada que se continuaba con una línea de piedras medio enterradas en el suelo que parecían un camino.  Como no sabía hacia dónde ir, empecé a seguirlo. Claro, que algunas piedras apenas se veían, y tenía que quitarles la tierra de encima con la punta de mis deportivas. ¡Qué aventura! ¿A dónde me llevaría el misterioso camino empedrado?
Me llevó al pie de una montaña enorme, hecha de rocas redondeadas, sin apenas árboles ni hierba. Me recordaba a las películas de indios y vaqueros.
Pero, ¿qué era aquello? En una de las rocas que tenía más cerca había algo escrito. Casi no lo entendía, porque estaba muy sucio y borroso. A ver, a ver: “MANSIÓN DEL DIAMANTE GORDO”. ¡Ahí va, si me voy a hacer rica! Me parece raro, no tiene pinta de museo: “MANSIÓN DEL GIGANTE BORDO”. Pues anda que ahora. Si los gigantes no existen... Sí, pone eso, no hay duda.

CAPITULO V

¡Un gigante! Con las ganas que tenía de conocer uno. ¿No será una broma de algún gracioso? Ahora que lo pienso, seguro que sí. ¿Cómo van a existir los gigantes? Si me lo dice mi madre todos los días...
 Espero que papá y mamá me estén buscando, y a ver si me encuentran ya, porque en el fondo tengo un poco de miedo. ¡Puff!, como haya un gigante de verdad, no me van a creer, seguro, seguro.
Así era: mis padres, mis abuelos, Santi y Kai ya habían empezado a buscarme en serio, ¡y estaban más asustados que yo!, pero porque no me encontraban, no porque hubieran visto un gigante. Y, claro, como nadie les había enseñado nunca a seguir las huellas de pisadas... En ese momento, un buen guía indio les habría venido muy bien.
Me pareció oír música. ¿Música? ¿Aquí? Cuando oigo música no me puedo contener, mi cuerpo se mueve solo, me siento tan ligera como una mariposa. ¿Suena dentro de la montaña? Sí, suena dentro, pero, ¿cómo se entra?.
Empecé a tocar la roca buscando una manivela, o algo parecido, porque si allí había un gigante que oía esa música, no podía ser muy malo. ¡Ya está! Al tocar la inscripción, se hundió hacia dentro y, con un suave movimiento, una roca se deslizó sobre otra, dejando un enorme hueco, tan enorme como un elefante..., ¡ o dos!.
En el interior había un jardín con las flores más bonitas que había visto nunca (y eso que había visitado el Real Jardín  Botánico de mi ciudad con mis compañeros de clase), el sol brillaba, y seguía oyéndose esa fantástica música. Pero yo seguía fuera. No me atrevía a entrar.


CAPITULO VI

La música sonaba rítmicamente. No entendía mucho, pero parecía un solo instrumento.
Al final, me decidí a entrar.
Cuando lo hice, sonó un suave chasquido, y la puerta se cerró sola, quedándome allí dentro con cara de asombro, mirando todo a mi alrededor.
Y entonces, le vi. Estaba sentado al pie de un árbol (sí, de un árbol), tocando una flauta enorme. Pero es que él era más enorme todavía. Tenía la cara más bien redonda, ojos con grandes pestañas, dos orejas puntiagudas con dos o tres pelos en cada una y una bonita melena color naranja. Su cuerpo era peludo, y sus manos y pies no necesitaban guantes o zapatos. Parecían fuertes y resistentes, ¡ y también tenían pelos!.
-         Hola, me llamo Bordo. ¿Cómo has entrado?
Os aseguro que casi me desmayo del susto. ¡ Vaya voz tan potente! Y yo que creía que no me estaba viendo mientras le observaba con tanto detalle, sin hacer ningún ruido.
-         Bu..., buenas. Me llamo Tina. He entrado por esa puerta. Es que me he perdido,  he oído una música muy bonita, he buscado la entrada, y...
-         Ya sabía yo que el día que quitara los árboles de delante de la puerta iba a poder verla cualquiera. ¡Hasta una niña pequeña como tú!
-         ¿Por qué quitaste los árboles?
-         Eran muy bonitos, y ocultaban la entrada perfectamente, pero sus raíces habían llegado hasta mi jardín y mis plantas y árboles frutales se estaban quedando sin agua. Así que tuve que elegir. Pero los llevé a otra zona del bosque para plantarlos de nuevo. Soy gigante, pero no soy tan egoísta (¿de qué me sonaba a mí eso?). Además, era una familia completa: el padre, la madre, dos hijos y el abuelo. No, no podía ser tan cruel.
-         Oye, gigante, digo, Bordo, ¿vives entonces aquí?.
-         Sí. Esta es mi casa, el interior de toda esta montaña. Hay zonas donde tengo luz del sol porque hay un hueco arriba, ¿lo ves? _ y dirigió sus grandes ojos hacia el cielo.
Tina estaba tan entretenida escuchando al gigante, que no se daba cuenta de que las horas iban pasando y su familia continuaba buscándola sin descanso.



CAPITULO VII

El más nervioso de todos, por lo visto, era papá. Había cogido el teléfono móvil del bolsillo de su camisa y se le había caído al suelo dos veces, para luego comprobar que no tenía cobertura, así que se fue al coche acompañado de mamá, más que nada para asegurarse de que en un tiempo razonable llegase al pueblo más cercano, que estaba a dos kilómetros, y no se perdiera dando vueltas por caminos forestales.
Mientras tanto, los abuelos y Santi, acompañados de la fiel Kai (que  hasta ahora había sido la más lista, pues había sido la primera en darse cuenta de mi ausencia, y cuando todos andaban como locos buscándome, ella se tumbó al lado de un árbol a ver las idas y venidas de unos y otros) se quedaron en el claro.
Fue Santi quien descubrió  algunas de mis pisadas, quizá porque un niño de nueve años está más acostumbrado a investigar y descubrir cosas que sus abuelos.
-         Mirad. Esto son huellas pequeñas, y en la suela de las deportivas de Tina hay una pezuña en relieve. Seguro que son estas. Vamos a seguirlas.
-         De eso nada _ dijo el abuelo _ Yo de aquí no me muevo. Y vosotros tampoco. Hay que esperar a que vengan tus padres. Han ido a pedir ayuda. A ver si nos vamos a perder también nosotros.
-         Es verdad, Santi _ dijo mi abuela _  En cuanto vengan, les contamos lo que has descubierto, pero ahora tenemos que esperar aquí.
Menos mal que tardaron poco en llegar con dos guardias civiles, que llevaban unos intercomunicadores chulísimos, e hicieron dos grupos: en uno iba el guardia más joven con el abuelo, papá y Kai; en el otro iba el guardia más mayor, con mamá, la abuela y Santi. Pero Kai decidió cambiarse de grupo, lo cual fue decisivo para encontrarme, ya lo  veréis.
El grupo en el que iba Santi, comenzó a seguir las pequeñas huellas de  pisadas con una garra en su interior. 



CAPITULO VIII

El gigante estaba encantado con tener visita. No recordaba haber  enseñado nunca a ninguna niña su casa ( bueno, a ningún ser humano). Sólo se la había enseñado a otros gigantes.
-         ¿Tienes amigos gigantes como tú? _ pregunté asombrada, imaginándome a Bordo con varios amigos, o con novia.
-         Claro, dentro de cada montaña vive un gigante, o una familia entera. A veces viven incluso los abuelos y los tíos, y entonces se van a vivir a una cordillera, para estar más cerca unos de otros.
-         ¿ Y tú? ¿Por qué vives solo?
-         Porque ya soy mayor, y me he independizado de mis padres. Pero tengo dos hermanas, y sobrinos, ¡Buff!,  a veces son demasiada familia para la tranquilidad que a mí me gusta.
-         Yo también tengo un hermano. Se llama Santi. Y tengo una mamá, un papá, un abuelo, dos abuelas, tíos,...
-         Para, para, no sigas. Ya veo que no estás sola en el mundo. Oye, ¿ tienes hambre?
-         Sí, mucha, aunque te advierto que soy un poco lenta comiendo. ¡ Voy a la velocidad de las hormigas! Eso dicen mis padres.
-         No importa. No hay prisa. Tenemos todo el tiempo del mundo. ¿ Te gusta cocinar?
-         Me encanta. Santi y yo ayudamos mucho a mamá a hacer la comida y la cena, sobre todo cuando hay besamel y mamá nos deja comernos la que se queda pegada a la cuchara.
-         Eh..., bueno, no te he dicho que yo sólo como fruta y verdura. ¿ Ves mi jardín? En él siembro todo aquello que necesito para alimentarme. Hay coliflores, lechugas, tomates, berenjenas, calabacines, repollos, puerros, calabazas..., y árboles frutales. Gracias a ellos tengo peras, manzanas, nísperos, naranjas, cerezas..., tengo incluso un pequeño invernadero con frutas como chirimoyas, plátanos, papayas, mangos y kiwis.
-         A mí la verdura no me gusta mucho, y la fruta..., depende.
-         ¡Ah, ya sé! Prefieres la pasta, los dulces, las hamburguesas y cosas semejantes. Para eso tenías que haberte encontrado con “ La casita de chocolate” del cuento, porque aquí no hay nada de eso, y te aseguro que no me hace ninguna falta. Tengo un estómago a prueba de bombas y estoy lleno de energía. Toca, toca _ y me acercó uno de sus brazos para que notase lo fuerte que estaba, como si no se notara a siete leguas.
-         Sí, estás muy fuerte, pero sigue sin gustarme la verdura.
-         Cuando pruebes mi menú, verás como cambias de opinión _ dijo el gigante con un guiño.
Y siguieron hablando un buen rato mientras el tiempo seguía pasando.


 CAPITULO IX

El grupo en que iba Santi, seguía mis huellas con algunas dificultades, así que hubo un momento de confusión en que no supieron hacia dónde ir, y decidieron tomar una dirección totalmente opuesta a donde yo me encontraba.
Mientras tanto, en la casa de Bordo, lo primero que empezamos a hacer fue recoger fruta y verdura de la huerta para lavarla y poderla comer.
La verdad, no sé si era su compañía, pero entre bromas, historias familiares y anécdotas, la cena me pareció bastante buena.
-         ¿ Tú eras la que comía a la velocidad de las hormigas? Pues las hormigas que yo conozco son mucho más lentas que tú. A tí te veo bastante rápida.
-         Es verdad. En casa me quedo como boba mirando la tele mientras como, y he oído tanto decir que a los niños no nos gusta la verdura, que a veces no quiero ni probarla. Hay que hacer caso a los mayores.
Tina se llevó una mano a la boca y emitió un suave bostezo, pero no de aburrimiento: es que ya tenía sueño.
Bordo arregló su habitación, y llevó a su amiga a la cama. El prefirió quedarse en el jardín pensando  cómo iba a arreglárselas al día siguiente para llevar a Tina a su casa.

  


CAPITULO X

Papá, mamá y los guardias, se comunicaban en ese momento por radio para comparar sus escasos descubrimientos. No encontraban ninguna pista fiable. Sólo Kai continuaba, infatigable, oliendo todo lo que pillaba, hasta que, de repente, su colita se puso a bailar a un ritmo “supersónico”.
-         ¿ Qué te pasa, Kai? ¿Estás nerviosa? _ Santi siguió a la perrita a lo largo de un pequeño sendero _  Ven, Kai, nos vamos a perder.., pero, ¿ qué es eso? Kai, no corras tanto, espera... _ y echó a correr tras ella, seguro de haber visto a lo lejos una pequeña luz parpadeante.
Llegaron al pie de una enorme montaña, hecha de rocas redondeadas, y entonces Santi vio la inscripción: ” MANSIÓN DEL GIGANTE BORDO”. Dio unos pasos hacia delante y vio un hueco en la roca. Era como una puerta abierta que invitaba a pasar. Se asomó, un poco asustado, y encontró, colgado al lado de la puerta, por dentro, un enorme farol. ¡ Parecía el farol de un gigante! 
¿ Dónde estaba Kai? Miró a su alrededor, pero no estaba. ¿Habría entrado por la extraña puerta? No le quedaba más remedio que averiguarlo.
Con paso indeciso, entró en lo que pensó que era una cueva, pero en su lugar encontró un hermoso jardín. La perrita salió, muy contenta, de un pasillo, al fondo, y con sus gestos hizo entender a Santi que le siguiera. Como no parecía haber peligro,  éste comenzó a andar con paso decidido, y entró en una habitación “gigante”, donde había una enorme cama con un bulto encima envuelto en una sábana.
Cuando Kai saltó encima de la cama, se oyó la voz de Tina:
-         ¡Ay, Kai, bájate, no seas pesada! Todavía no es de día. Que te  saque Santi..., yo te saqué ayer..., ¡Kai! ¿Kai?  _ Tina abrió los ojos, y dio un abrazo a su perra _ ¿ Qué haces aquí? ¿Cómo me has encontrado?
-         Con la ayuda de tu sagaz hermano. Toda la familia te está buscando, incluso con  varios guardias civiles, pero te he encontrado yo, Santi “ el intrépido”.
-         ¡¡ Guau!! _ ladró Kai un poco enfadada.
-         Bueno, “Santi el intrépido y la valiente perrita Kai”, porque si no llega a ser por su instinto... _ añadió Santi acariciando la cabeza de su amiga.
-         Muy bien, habéis sido muy rápidos, pero no me habéis dado tiempo de conocer mejor a Bordo, ni tampoco me ha presentado a su familia, sólo he comido verdura una vez, y no he aprendido a tocar la flauta gigante.
Santi miraba a su hermana como si ésta hubiese perdido la cabeza. 
-         No me mires con esa cara. No estoy chiflada. Bordo es un gigante, se habrá quedado dormido por ahí y por eso no le has visto. Vamos a buscarle y te lo presentaré.
-         Tina, despierta, que estás soñando todavía, y vámonos rápido que deben estar buscándonos a los dos. Tendrán un disgusto enorme al ver que yo también he desaparecido.
-         Ya hemos desaparecido tres, contando a Kai, pero lo importante es encontrar a Bordo, a ver qué podemos hacer ahora _ y con paso decidido salió de la habitación, seguida de Santi y de Kai, que no entendían nada.

  
CAPITULO XI

-         Después de buscar en varias habitaciones, encontraron al gigante. Estaba cosiendo dos pequeñas mochilas que había sacado de un gran baúl.
-         Hola Tina, hola Santi. Veo que has sabido guiarte por el movimiento de mi farol. En este baúl guardo cosas que me encuentro en el bosque, y estas dos mochilas debieron perderlas unos montañeros. Las voy a llenar de fruta para que podáis comerla en casa con toda la familia.
Santi le miraba boquiabierto. ¡ Un gigante! ¡ Un gigante cosiendo! ¡Qué guay cuando se lo contara a sus amigos! Iba a ser famoso, a salir en la tele..., todas las chicas de la clase querrían su autógrafo. ¡ Qué suerte la suya!
-         Oye, Bordo,  _ dijo Tina _ ¿ y si nos quedamos aquí a vivir contigo unos días?
-         Imposible. Los adultos no lo entenderían. Saldríais en todos los medios de comunicación. Se hablaría de secuestro, de asesinato, de terribles gigantes que se comen a los niños y de monstruos escondidos en el bosque. Mi familia estaría en peligro. Tenéis que volver.
-         Pero _ comenzó a decir Tina entre sollozos _ yo quiero ser tu amiga, y si nos vamos, no te veremos nunca más.
-         ¡ Jo! Con lo que molaba tener un amigo gigante _ añadió Santi.
-         No os preocupéis, amigos. Seguiremos viéndonos. Cuando os acostéis todas las noches, justo antes de dormir, pensad en mí profundamente. Desead con fuerza que en vuestros sueños vivamos fantásticas aventuras, y así será. Yo me propondré lo mismo, y todas las noches nos reuniremos para salir a descubrir otros mundos y hacer nuevos amigos.
-         ¡ Qué buena idea! Pero, ¿ sólo podremos verte por la noche? ¿ Y si necesitamos contarte algo por el día? _ preguntó Santi.
-         Bueno, en ese caso..., ¡ esperad! _ y el gigante salió de la habitación, volviendo al instante con un hermosa piedra de río del tamaño de un espejo de mano, mitad blanca y mitad negra. Bordo la separó en dos partes y le dio una a cada hermano _ Cada una de estas partes representa la dualidad. El mundo está hecho de parejas: blanco-negro, positivo-negativo, noche-día, mujer-hombre..., y ambas partes son necesarias para que nuestro mundo exista. Llevadlas siempre con vosotros, y cuando realmente me necesitéis, unidlas, y allí estaré para ayudaros. Pero cuidado dónde lo hacéis, necesito un sitio un poco grande para aparecer. No creo que quepa en vuestra habitación, y puedo provocar un gran desastre si aparezco en lugares que no son de mi tamaño.
-         Muchas gracias, Bordo, _ Tina estaba encantada con su parte negra _  nos acordaremos siempre de lo grande que eres.
-         Sí, y también  de llamarte sólo cuando realmente te necesitemos _ dijo Santi acariciando su parte blanca.
-         Bien, pequeños, es hora de irnos. Os acompañaré hasta una zona del bosque donde os encontrarán fácilmente. Coged vuestras mochilas, vamos a por la fruta, y ¡andando! .

  
CAPITULO XII

Salieron de la montaña de Bordo un poco tristes, pues habrían deseado conocer más a fondo a su amigo, pero ya tendrían tiempo... Santi sujetó su piedra con fuerza y siguió los pasos del gigante, que con su farol alumbraba el camino produciendo un haz de luz que iba despertando a todos los animalitos del bosque a su paso.
Llegaron a un claro. Kai estaba inquieta, no paraba de dar vueltas de un lado para otro. Bordo miró a sus nuevos amigos a los ojos, y sin decir una palabra ( porque si lo hubiese hecho,  habría empezado a llorar, y los gigantes son muy vergonzosos) desapareció en la espesura del bosque.
Kai empezó a ladrar. Se oían voces. Santi y Tina se enjugaron las lágrimas y miraron entre los árboles. A lo lejos, varias luces se acercaban.
-         ¡ Mamá, papá! _ gritaron al unísono.
El bosque se llenó de risas y abrazos . Los guardias avisaron a sus compañeros de que los niños habían sido encontrados. Llegaron los abuelos, y comenzaron de nuevo las lágrimas .
Tina y Santi estaban a salvo, volvían a casa, pero las aventuras no habían hecho más que empezar.




                                                                   FIN

                                                                                       Elena Martín