CUANDO MI NIÑA DUERME
Cuando mi niña duerme,
no está dormida,
sueña con ser capitán
viajar en barco,
y llegar a una isla
donde todos sus habitantes
son niños, tiernos infantes.
Algunos están perdidos,
pues no encuentran a sus padres.
Otros viven felices,
ajenos, sin preocuparse.
Los más, llevan su vida
con profundos altibajos.
Su alegría o pena depende
de lo que ocurra en la isla,
pues no hay comida abundante
ni refugio, ni esperanza.
También los hay que enferman
de dolor, pena y llanto.
Es que son sólo niños,
pero ellos aún no lo saben,
no hay ningún adulto
con quién compararse.
Hace tanto, tanto tiempo
que olvidaron lo que son,
que viven sin vivir en ellos,
subsisten sin captar el momento,
que se escapa entre sus dedos
como la arena y el viento.
Mi niña no está dormida,
y con su barco mercante
se dedica a repartir sueños,
pero sueños especiales
que se hacen realidad.
Reparte amistad, dulzura, paz,
reparte carcajadas,
comprensión, sonrisas,
abre los corazones
de todos los niños,
de todas las niñas,
que con el paso del tiempo
se habían cerrado,
como el cofre de un pirata,
avaricioso de sus tesoros.
Y todos entienden entonces,
que sus tristes corazones
no pueden seguir cerrados.
Son su mayor tesoro,
el origen de su alegría.
Y empiezan a descubrir que nunca,
nunca han dejado de ser
unos tiernos pequeñuelos
y que su vida tiene sentido
sólo si la viven así,
intensa y profundamente.
"¡Adiós, pirata bandido!
¡No te queremos más!"
dicen los niños a coro.
Y quedan allí en la isla
mientras mi niña se va
a descubrir otras islas,
a descubrir otros mares.
Cuando mi niña duerme, no está dormida,
sólo ha ido a buscar
otros mundos, otros lugares.
Elena Martín